Bienvenido

Tu lugar para leer, opinar y compartir vivencias sobre las relaciones padre-hijo. Siéntete como en casa.

viernes, 11 de mayo de 2012

Un paseo sobre las nubes

No monté en avión hasta casi los 30 años, y si por mí hubiera sido podría haber estado otros 30 sin hacerlo. Mi primera experiencia por encima del nivel de una noria -que también fue traumática- se reduce a un rostro lívido (el mío), dos manos sudorosas (las mías) aferradas a los reposabrazos del asiento y un cuerpo (supongo que el mío, porque no lo sentía) en continua tensión como intentando esquivar el golpe que me iba a propinar al estrellarnos. Durante los siguientes 20 años he ido alternando esta experiencia de pánico con otras de relajación-resignación sin haber perdido ni por un instante el miedo a volar, aunque sí que he conseguido disimularlo en buena medida, algo bastante conveniente cuando uno tiene hijos y no quiere que piensen que su padre es un cobarde ni transmitirles sus miedos y aprensiones.
       Y con este noble planteamiento por mi parte fue que compartí por primera vez avión con D. cuando éste contaba con apenas 6 años y medio de edad. Se trataba de viajar a los campamentos saharauis de Tinduf, en el sur de Argelia, y para ello tomábamos un vuelo en Alicante con destino Orán, luego unas horitas de espera en el aeropuerto de esta ciudad argelina, y finalmente otro vuelo, éste nocturno, a Tinduf. El primer trayecto dura apenas media hora, con lo que, añadido a que íbamos con más gente y esto ayuda a no pensar demasiado en lo por venir, logré mantener el tipo y comportarme como un personaje de una pieza que incluso se permitió mostrar al niño lo pequeñito que se va haciendo todo a medida que uno asciende en el aire, algo que D. asimiló durmiéndose a los pocos instantes de mi explicación.
       El segundo vuelo, el nocturno, ya no tuvo mayor historia dado que el niño se durmió apenas iniciado, con lo que, sumado a que a mí siempre me ha producido menos miedo sobrevolar desierto o mar que montañas, fue todo miel sobre hojuelas.
       A la vuelta, un vuelo de madrugada hasta Orán nuevamente con D. durmiendo angelicalmente y su padre, por tanto, sin nada que demostrar. Y ya desde la ciudad argelina de vuelta a Alicante, con un tiempo espléndido y un cielo sólo tachonado por alguna nube baja, D. observó a través de la ventanilla y formuló la gran pregunta:
       -Papá, ¿se puede caminar encima de las nubes?
       -No, hijo, qué va. Las atravesarías y caerías desde una gran altura -fue mi respuesta, a lo que esperé ansioso su réplica en forma de temor o de curiosidad.
       -!Ah! -dijo. Y se durmió.
       Plácidamente, sin aspavientos ni miedos, se durmió, mientras yo bendecía la inconsciencia de no pensar que bajo los pies de uno se abre el abismo y que en una caída desde 8.000 metros de altitud da tiempo a pasarlo muy mal. Y, estoy convencido, mientras dormía soñó que caminaba sobre las nubes.

9 comentarios:

  1. Montar en avión ha sido dede que empecé un problema , ahora ya menos ,tenía demasiado miedo y un día decidí enfrentarme a ello. Practiqué la parada de pensamientos , me ayudó a reducir el nivel de estrés y controlar los pensamientos negativos y desagradables.Y lo más importante , lo que más me ayuda es la ilusión por viajar.
    El mejor antídoto contra el miedo es la ilusión.

    ResponderEliminar
  2. Si no hubiera sido por esa ilusión que comentas no hubiera tomado nunca un avión. Creo que, como bien dices, es la mejor forma, si no la única, de superar ese temor.

    ResponderEliminar
  3. los niños hacen todo tan sencillo...lo reducen a algo que no les causa preocupación ni temor en lo absoluto. Son tan sabios a veces...no dejan de sorprenderme

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y nosotros nos encargamos de transmitirles nuestros temores, como si no tuvieran suficiente con los suyos.

      Eliminar
  4. Recuerdo la primera vez que monté en avión, no la edad (era pequeña) pero sí ese deseo vivo de por fin, encontrarme dentro lo de que realmente había deseado desde que decidí ser piloto. Desgraciadamente, las circunstancias no me permitirán serlo (por ahora), pero sigo sintiendo cada vez más, lo que sentí aquel día.

    ResponderEliminar
  5. Sana envidia por mi parte. Que cumplas tu sueño.

    ResponderEliminar
  6. Difícil está, desgraciadamente no se nos mira por las aptitudes, se nos mira por el dinero. :( Sueño truncado.

    ResponderEliminar

Tu opinión es importante para mí.